Innovación, ¿nueva filosofía para liderar empresas?

La innovación no tiene nada de nuevo. Esa es la primera de dos dudas sobre la fraseología del tema que me tocó para este artículo, la que figura como el título más arriba.

Como un precepto para la buena conducción de las empresas, la innovación cuenta con un largo elenco de prestigiosos aconsejadores. El economista Joseph Schumpeter empezó a formular su teoría sobre la innovación y el capitalismo en 19111 (aunque no fue hasta la publicación de su libro más popular, Capitalismo, Socialismo y Democracia, en 1942 que sus ideas al respecto llamaron la atención de las comunidades académica y empresarial). La innovación, para Schumpeter, impulsa la economía capitalista con “ventarrones de destrucción constructiva”, Peter Drucker, llamado el padre del management, fue otro gran proponente de la innovación y escribió el libro seminal Innovation and entrepreneurship hace treinta años en 1985.

Por eso, desde hace mucho tiempo los expertos están exhortando a los dirigentes de empresa a innovar. La conocida profesora de Harvard Rosabeth Moss Kanter asegura que la innovación nunca fue una moda pasajera pero admite, sin embargo, que se “redescubre” como un facilitador del crecimiento empresarial más o menos cada seis años (la duración aproximada de una generación de gerentes, según Moss).

¿Por qué ahora?

¿Cuáles serán las fuerzas que hoy ponen la innovación de nuevo en relieve? ¿Por qué estamos acosados por la admonición “Innovar o Morir”? Fue usada muy recientemente como título por: el gurú de los best-sellers Tom Peters; el profesor de la Universidad de Pennsylvania Jack V. Matson; las redes televisivas BBC y NBC; las publicaciones Time, Forbes, Wired, The Huffington Post y Business Insider, para nombrar algunas; y ¡hasta un curso del MBA de la Escuela de Negocios de la Universidad Columbia lleva ese nombre!

La renovada atención a la innovación seguramente es una consecuencia de dos principales factores: primero, el mundo finalmente ha salido de la Gran Recesión –en la que primaba la supervivencia a corto plazo– y ahora las empresas tienen alguna disponibilidad de dinero para pensar en transformaciones de largo plazo. Segundo, sacudió fuertemente el ocaso de marcas famosas que no sucumbieron debido a la crisis financiera generalizada, sino por haberse quedado en el camino frente a las innovaciones de los demás. El declive de nombres como Kodak, Nokia, Blackberry, Blockbuster, My Space y otros llamó gráficamente la atención de los dirigentes de las empresas a la vulnerabilidad innata de la empresa en el mundo capitalista. Hasta el futuro de marcas como Sony y Microsoft está siendo cuestionado en algunos círculos.

¿La filosofía o el imperativo de la innovación?

Mi segunda discrepancia con el título de este artículo radica en que una “filosofía” es un conjunto de razonamientos o pensamientos. Usar este término en el contexto de la innovación empresarial da la sensación de quedarse en la disquisición. Pero la necesidad de innovación en la empresa es imperativa, es esencial. Parafraseando a Schumpeter, Leonard asegura que casi todas las empresas caen, tarde o temprano, víctimas de la innovación de sus competidores. Los empresarios que ignoran esta lección lo hacen a su propio riesgo: para sobrevivir deben ser emprendedores y pensar estratégicamente.

la necesidad de innovación en la empresa es imperativa, es esencial

El problema es que la innovación es tan difícil… ¿no?

No todos somos Jeff Bezos, icónico fundador del gigante del ecommerce Amazon.com, quien es un verdadero visionario de los negocios. Para la mayoría de los dirigentes de empresas, salir en busca de la gran visión que cambiará para siempre las reglas de juego de nuestras industrias –los “océanos azules” de Kim y Mauborgne, en los que dejaremos a los competidores afuera– sería sencillamente quijotesco.

Pero ¡hay esperanza! Existen dos tipos de innovación: la disruptiva y la incremental, y dentro de esta última están las innovaciones evolucionarias y las revolucionarias. El líder de pensamientos de los tipos de innovación es el profesor de Harvard Clayton Christensen.

Existen dos tipos de innovación: la disruptiva y la incremental, y dentro de esta última están las innovaciones evolucionarias y las revolucionarias

Enfrentar un proceso de innovación disruptiva, sí, es muy difícil

Según Christensen, las innovaciones disruptivas, con tiempo, crean nuevos mercados y conjuntos de valores. Un ejemplo sería el Ford T, que salió de los esquemas de la otrora industria automotriz que producía bienes de lujo, poniendo automóviles al alcance de la gente común, produciendo la disrupción en la industria de los carruajes. Las innovaciones disruptivas típicamente se manifiestan como opciones más económicas que abren nuevos mercados que eventualmente eclipsan los viejos mercados afectados. Algunos ejemplos más recientes que la Ford T son los teléfonos móviles que están reemplazando los fijos, las pantallas LCD de televisión que han sustituido los tubos de rayos catódicos, y Netflix que abolió el mercado de alquiler de DVDs (adiós, Blockbuster!).

La verdad es que, si en la industria de su empresa surge una innovación disruptiva, sería mejor unirse a ella, comprando o asociándose con la empresa innovadora o –caso contrario– imítala. Es eso o prepararte para una jubilación temprana… El problema reside en que muchas veces no es tan fácil identificar la disrupción exitosa –especialmente desde las empresas que lideran a industria desafiada– hasta que sea demasiado tarde. El inventor de Netflix de iniciativa propia ofreció hacer un partnering con Blockbuster en 2000 y fue despedido a carcajadas de la sala de directorio de ese último. Blockbuster quebró en 2010 mientras que Netflix hoy tiene una valuación de mercado de US$ 28 mil millones, aproximadamente diez veces lo que valía Blockbuster en su momento.

Por eso, ¡mucha suerte si le toca lidiar con una disrupción de este tipo!

Dos tipos de innovación

Pero la mayoría de las empresas operan en industrias donde no se vislumbran en la actualidad disrupciones. Son el territorio de las innovaciones incrementales, que no perturban los mercados existentes, sino que agregan valor a las industrias, generalmente gracias a cambios tecnológicos. Las innovaciones incrementales evolucionarias responden a la práctica de la mejora continua que caracteriza la gestión de calidad total y las prácticas sucesoras como normas ISO, 6 Sigmas, y los pensamientos “lean”. Las innovaciones incrementales revolucionarias son los denominados “breakthroughs” (un término en inglés de difícil traducción al castellano; gran avance, logro o descubrimiento son las palabras que más se acercan) o “breakouts”. Un ejemplo sería el netbook que revolucionó el tamaño del laptop, pero de ninguna manera creó un nuevo mercado o sistema de valores.

Es en el campo de las innovaciones incrementales que todo empresario y gerente debe enfocarse para mantener su compañía al tono con –y preferiblemente un paso delante de– la competencia. No hace falta ser un genio como Steve Jobs para practicar la innovación incremental. Con el tiempo, la práctica y la constancia, algunos de las innovaciones logradas podrán ser “breakthroughs”.

No hace falta ser un genio como Steve Jobs para practicar la innovación incremental

De la sistematización del liderazgo de la innovación a la disrupción

Existe una gran cantidad de literatura de guía sobre métodos de gerenciar la innovación. Convendría que el empresario o gerente interesado la consulte y, tal vez, que contrate un coaching experto en la materia.

Son diferentes las técnicas, pero una vez dominadas las de la innovación incremental, llegará el momento de intentar liderar la innovación disruptiva. No será fácil, pero la perspectiva de posiblemente ser el que abra un nuevo mercado que deja a los demás afuera energizará a toda la empresa.

Y, de esta manera, este ensayo se hubiese llamado “Innovación: imperativo perenne para liderar empresas” (!).

Fuente: Revista Uno

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