Anatomía básica para hacer newsletters: los 9 órganos vitales de una campaña de email marketing efectiva

Cada día recibimos emails de amigos, de familiares y también de productos o servicios a los que estamos suscritos. Pocas veces nos cuestionamos la forma y el contenido de estos mensajes, simplemente los abrimos o los desechamos casi impulsivamente. Pero no, esto no lo hacemos inconscientemente. La forma de hacer newsletters tiene unos efectos sobre nosotros, más positivos o más negativos dependiendo de si han sabido manejar mejor o peor los elementos clave para obtener un resultado óptimo: nuestro feedback.

Hacer-Newsletters-Anatamía-MailifyHoy vamos a diseccionar una newsletter para analizar sus órganos vitales, viendo todo aquello que podría dañarla y proponiendo remedios para que no acabe en la bandeja de spam ni pase desapercibida entre nuestros contactos.

Asunto del mensaje. Empezamos haciendo una incisión en el header o en la cabecera del email. Esto es lo que nos va a llamar la atención en un primer momento y por eso tenemos que retener dos ideas básicas: atraer la atención del destinatario para incitarle a abrir el email y no dar informaciones falsas solo para conseguir aperturas. Un asunto sano es como un buen titular: claro, directo y conciso. Debes intentar transmitir lo máximo que puedas en el mínimo de palabras. Y, además, ese mínimo de palabras no puede contener ningún spamword: palabra que los filtros anti-spam detectan como potencialmente peligrosa y por seguridad envían los emails con esas palabras a la bandeja de correo no deseado. Parece fácil redactar el asunto, pero si queremos una mayor tasa de apertura, debemos pensarlo bien. Un primer diagnóstico sería:

Utilidad. Que aporte valor y sea interesante para el lector.

Claridad. Que se entienda y vaya directo al grano.

Brevedad. Que no supere los 60 caracteres, te obligará a sintetizar y a destacar lo más importante.

Diferente. La primera impresión cuenta. Busca sobresalir por encima del resto y añade elementos gráficos como comillas, paréntesis o algún emoji simpático.

Call-to-action. Ya sabes, incita al lector a abrirlo, muévelo a la acción.

Versatilidad. Varía el asunto en cada envío, no caigas en la monotonía visual.

Remitente y Firma. Son dos órganos imprescindibles a la hora de hacer newsletters porque permiten nuestra identificación. El primero aparece junto al asunto y el segundo al final del correo. En realidad, el remitente es más importante porque es lo que vemos antes de abrir el mail, o incluso si no llegamos a abrirlo. También porque puede que lo abramos pero no lo leamos todo, entonces la firma pasa desapercibida. Aunque la tecnología haya avanzado mucho, todavía no estamos dominados por robots. Nos gusta sentirnos humanos y conectar con la otra persona. Recibir un email por parte de un “hola@” o info@” más una firma del tipo “El equipo de X” impersonaliza nuestro mensaje, parece que lo haya enviado una máquina que no admite feedback. Y esto es una enfermedad muy grave para nuestra empresa. Por ello recomendamos el siguiente tratamiento:

En el remitente: incluye una dirección personalizada y destinada a la comunicación con tus suscriptores, que admita respuestas. Ej: carlos@anatomiadeunanewsletter.com

En la firma: Pon el nombre de una persona real, seguido del cargo que ocupa en la empresa. Puedes adjuntarle una foto para hacerlo aún más cercano y humano. Piensa que tu objetivo es comunicar, no emitir mensajes.

Cuerpo del mensaje. Una vez dentro del mensaje nos encontramos con la newsletter en su estado más puro. Lo primero es contar con un diseño que se adapte al servicio que ofreces (en Mailify tienes más de 800 plantillas de newsletter diferentes para 140 sectores de actividad distintos). Una vez escogida la plantilla es el momento de poner en ella nuestros productos, informaciones, promociones, enlaces, fotografías, redes sociales… multitud de elementos que, como músculos en nuestro cuerpo, son muy diferentes entre sí y merecen un espacio concreto para entender su función. Los iremos analizando en futuras intervenciones pero hoy hemos reservado el quirófano para destacar los elementos imprescindibles que deben acompañar a nuestra newsletter:

Pre-header: En ciertos buzones como Gmail o en los dispositivos móviles suele aparecer la primera frase que aparece en el texto del email. Por ello, hemos de evitar el típico “si no visualiza correctamente este mensaje…”. Se trata del enlace que redirige a la copia web (la versión html que se nos abre en el navegador y permite visualizar el mail en formato web) y que debe aparecer en tu newsletter pero, ¿por qué no poner una frase menos artificial delante? Hemos de buscar una primera frase atractiva que complete el asunto e invite al lector a hacer clic porque en tu bandeja de entrada verás [texto del asunto]:[principio del preheader].

Saludo: Hacer newsletters no solo implica ponerlas bonitas, sino que tenemos que  enviar contenido relevante al usuario específico. Si tenemos una lista de contactos segmentada y bien organizada, como mínimo sabremos el nombre, apellido, género y edad de nuestros suscriptores y podremos saludarles personalmente. Esto sana muy bien nuestra imagen de marca acercándonos a nuestro destinatario. Si no tenemos una base de datos bien segmentada, perderemos la opción del saludo y es posible que enviemos el último modelo de faldas a nuestros contactos masculinos. Conseguiremos que se den de baja, perdiéndoles para siempre.

Botones CTA (Call-To-Action). Con el ritmo de vida que llevamos no nos detenemos a leer en profundidad todos los textos que nos encontramos en el día a día. Y en las newsletters que recibimos, si nos interesa el contenido, echamos una ojeada rápida. Es muy importante que dejemos claro a nuestros lectores dónde hacer clic y a dónde va a dirigirles ese clic. Recuerda que no solo basta con que nuestra campaña llegue a la bandeja de entrada, sino que también queremos (y mucho) que el lector aterrice en nuestra web.

Coordinación de imagen + texto. Una imagen vale más que mil palabras, de acuerdo, pero en muchos servidores de correo las imágenes no se descargan de forma automática. Muchas personas piensan que hacer una newsletter es sinónimo de poner solo fotos. Error. Es igual de contraproducente sobrecargarla de imágenes vacías de información como de textos sin ilustración. Piensa que el destinatario no debe encontrarse con informaciones a medias. Con el tiempo aprenderás a darles prioridad a unos u a otros, pero siempre han de aparecer juntos si quieres hacer newsletters eficaces.

Condiciones legales. Es el documento legal entre el emisor y el destinatario. Todas las newsletter deben contar con una corta frase al final del email en la que se explique por qué el usuario está recibiendo esas comunicaciones y bajo qué condiciones lo hace. ¿Quién no ha leído alguna vez  “recibes este email porque estás suscrito a… puedes consultar las condiciones en este enlace”? Muy típico, sí, pero necesario.

Enlace para darse de baja. Es duro, pero llega un momento en que nuestros suscriptores no desean recibir más comunicaciones de nuestra parte. Sea por el motivo que sea, hemos de aceptarlo y permitirles una salida de nuestro círculo rápida y eficiente. Lo más sencillo para ello es un enlace para hacer clic abajo en el mail que vaya hacia una landing page (la página web a la que llegamos a través de un enlace previo) para confirmar la baja. Nada más. Si detenemos al usuario con preguntas o lo mareamos sin saber dónde está la salida, lo más probable es que lo enfademos y se vaya con una mala imagen de nosotros. Y esto es muy difícil de remediar.

Con todos estos elementos controlados y si el pronóstico es favorable, seremos capaces de hacer newsletters inmunes a nuestra indiferencia, tendremos una mayor cercanía con nuestros contactos, ganaremos habilidades de redacción para futuras campañas y la tasa de apertura de nuestros mails aumentará… ¡La operación ha sido todo un éxito!

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Por Mailify, aplicación de emailing.

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